lunes, 6 de agosto de 2007

DÍA 1

En este día elijo aquello que me define como acercamiento esencial a cada uno de mis semejantes: LA INOCENCIA.







LA INOCENCIA


La inocencia es la forma más elevada de percibir el Amor. Pero como significa reconocer interiormente a los demás como seres inocentes, incapaces de error, ¡qué debo de entender cuando me parece que alguien me hace daño!

Pero también es imposible que nadie me haga daño, pues nada puede alterar mi perfección natural, excepto porque yo me convezca de lo contrario.

Así, únicamente cabe la posibilidad de que lo que yo creo ver alterado en mis semejantes, es el simple reconocimiento de que algo he de corregir en mi interior.

De esta manera, lo que juzgo en las personas con las que me relaciono es el motivo de mi separación en mí mismo.

Y agradezco a esas mismas personas su voluntad inalterable de guiarme hacia mí.







TEXTO


Hay una visión que muestra todos los seres inocentes. De esta manera, entiendo que mis miedos han desaparecido y que, en su lugar, he invitado al Amor.

Esta visión es el regalo de la vida. Cuando contemplo al mundo en su plena inocencia, despierto de mi sueño de dolor y puedo ver que en mi interior sólo hay inocencia.

Pues, cuando creo que los demás están equivocados, quien únicamente yerra soy yo, ya que la energía es una y cada uno de los seres vivos somos esa misma energía tratando de reunificarse.

En realidad, el error no existe. El error es un estado mental en el que no me admito unido a todo lo vivo. El error sólo está en mi percepción, en mi oposición a la energía de la vida.

Mi única certeza es que la perfecta pureza de la energía de la vida está en mí, en paz radiante y eterna, pues esta es mi voluntad.







TEXTO DIARIO


Yo acepto mis ilusiones
y me reconozco en unión con todos los seres.
No quiero más sueños de separación entre las personas
porque mi realidad es la realidad de todos.

Entre nosotros sólo puede haber inocencia
porque es la percepción perfecta.
Mi sueño de separación, de ser especial y diferente,
es mi resistencia a reconocer el Amor en mí.

No deseo la confusión
de creerme distinto a los demás,
pues lo que yo soy
igualmente lo son cada hombre y cada mujer.

Y es mi voluntad
recibir a cada persona en Amor
y aceptarla en mi mente
con la alegría de mi corazón.

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